Sustitución de la identidad Familiar
(ejecutada por el juez-estado)
Artículo 7º:
1.El niño será registrado inmediatamente después de su nacimiento y tendrá derecho desde éste a un nombre, a adquirir una nacionalidad y, en la medida de lo posible, a conocer sus padres y a ser cuidado por ellos.
2.Los Estados Partes velarán por la aplicación de estos derechos de conformidad con su legislación nacional y las obligaciones que hayan contraído en virtud de los instrumentos internacionales pertinentes en esta esfera, sobre todo cuando el niño resultara de otro modo apátrida.
Artículo 8º:
1.Los Estados Partes se comprometen a respetar el derecho del niño a preservar su identidad, incluidos la nacionalidad, nombre y relaciones familiares de conformidad con la ley sin injerencias ilícitas.
2.Cuando un niño sea privado ilegalmente de alguno de los elementos de su identidad o de todos ellos, los Estados Partes deberán prestar la asistencia y protección apropiadas con miras a restablecer rápidamente su identidad.
La identidad del ser humano se puede formar sólo con el ADN y el Apellido ?
¿Sólo de la herencia estamos formados?
Todos guardamos en nuestra memoria los recuerdos de nuestra infancia y adolescencia. Recuerdos de cumpleaños, de fiestas de fin de año o de fiestas religiosas, casi siempre en compañía de nuestros padres, tíos, abuelos, hermanos, primos. Recordamos las fotos y hasta podemos grabar y ver los videos de esos grandes momentos familiares. Recuerdos de los regalos recibidos por todos ellos. Mantenemos en nuestra memoria recuerdos de fiestas de fin de curso con alguna teatralización escolar, la confección del disfraz con la ayuda de algún familiar. Recuerdos de salidas al parque de diversiones, al cine o al circo. Recuerdo de relatos de sucesos e historias de la familia que nuestros padres nos enseñan y nos repiten incansablemente una y otra vez. Recuerdos de andar en bicicleta con algún familiar que nos cuidaba. Recuerdos de reuniones familiares y con los amigos de éstos. Recuerdos de las respuestas a casi todas las diversas preguntas que formuláramos. Recuerdos por la paciencia en aclarar nuestras dudas y mostrarnos el mejor camino de la vida.
Recuerdos más o menos claros o detallados de las percepciones vividas y compartidos con ellos… con nuestros familiares!
También existen en nuestros recuerdos la necesaria puesta de límites a los comportamientos errados que fueron corregidos por la familia en su conjunto, que a posterior, serán lo que marque al individuo en su comportamiento social.
Todos estos recuerdos y memorias narrativas, vivenciales, empíricas son básicas a la hora de la formación de nuestro ser. Una inmensa parte de nuestros pensamientos y aprendizajes provienen de nuestros recuerdos de la infancia-adolescencia, en su mayor parte, dentro del entorno familiar.
La memoria es un pilar fundamental del proceso cognitivo del individuo (psicología).
-Qué sería de nosotros sin esta herencia cultural-familiar?
-Qué cambiaría de nuestro presente si no hubiéramos recibido esas vivencias de nuestra infancia y del entrono familiar?
Cuando este cambio de rumbo (no fortuito) en la vida se produce, la biografía personal del niño quedará irremediablemente incompleta o lo que es peor, quedará “mal formada”, generando un adulto con sus recuerdos truncados, con su identidad alterada, prohibiéndole al niño disfrutar del otro 50% de su familia que lo reclama.
En la inmensa mayoría de los Juzgados de Familia de todo nuestro país utilizan como practica normal y aplican una fórmula muy similar en todos ellos, que consiste en la llamada “mono-parentalidad” (uno de los progenitores es el encargado de la crianza de los niños), siendo esta situación, un territorio fértil y muy bien explotado por las ideologías sectarias claramente orientadas hacia uno de los géneros.
La coexistencia de estos dos fenómenos: la mono-parentalidad y las ideologías sectarias, generan en el niño una formación temprana de su psiquis anómala, obligándolo al destierre físico y psíquico de parte de su familia.
Una vez aplicados los dos fenómenos, queda sustituida irremediablemente la identidad el niño, formándose su ser con sólo el 50% de su familia.
Pero, a ésta fórmula, hay que sumarle linealmente lo aportado por las “ideologías sectarias orientadas” que dicen defender a los menores de cualquier tipo de abuso (siempre intrafamiliar), siendo ellos mismos los que abusan y usan a los niños judicializados por los juzgados de familia, para crecer y potenciar sus pedidos de mas leyes y mas presupuestos para su funcionamiento como pseudo-protectores de los niños (usan a los niños con fines políticos) en una realimentación macabra pero legal.
Como resultado final, nos encontramos frente a un empantanado panorama legal, simbolizado en una “Entropía Judicial” (ya descripta), en donde los niños solamente tienen contacto con el progenitor que los cría y al otro sólo lo ven unas pocas horas por semana o en muchísimos casos una vez al año o cada varios años. Otras veces, los propios niños-jóvenes son los que rechazan al otro progenitor junto al 50% de su familia, conformando el llamado “Alienación Parental o Maltrato Infantil”.
Este problema no es reconocido por los propios jueces abductores ya que al hacerlo, estarían sentenciando su propia ineptitud.
Infundir en los niños a un sentimiento de odio y desprecio hacia el ”otro” progenitor, formándoles falsos recuerdos, dándoles instrucciones perversas respecto de cómo tienen que desenvolverse cuando están con el “otro”, hablarles mal y despreciativamente del “otro” o lavarles el celebro es: responsabilidad del progenitor que los cría, pero es deber de los jueces intervinientes frenar estos actos de violencia familiar psicológicas cuando reciben la respectiva denuncia, pero no lo hacen permitiendo que, a la larga y con la ausencia forzada y obligada del 50% de su familla, se les sustituyan la identidad de los menores.
Tristemente vemos como es deformada la identidad adrede por la mismísima Justicia abductora, por el Estado en su conjunto, puesto que es el encargado de solucionar el conflicto planteado: Para qué se acude a ella? Sino para encontrar una solución!.
Hay que saber interpretar las evidencias, que son de por sí mismas claras: existe una gran cantidad de denuncias en contra de distintos funcionarios públicos y e instituciones privadas que demuestran que hay cada vez hay mas niños que son separados del 50% de sus familias durante mucho, insisto, mucho tiempo o casi por siempre.
Se les sustituya su identidad como individuo cuando el Estado en su conjunto les arrebata el “otro” 50% de sus familias sin que media razón valedera alguna.
Sólo somos descendencia biológica?
No hablo sólo del aspecto físico o tangible como la lectura del número de documento o de la pronunciación del apellido o de la descendencia biológica y genética, me refiero a lo interno, a la construcción psicológica de una persona, a sus memorias, a sus recuerdos, a su experiencia de vida, a su infancia. Es la mismísima familia, aún luego de la separación de los padres, la encargada de formar esta sana construcción. Pero en un gran número de casos esto no es así. El Estado a través de los juzgados de familia abductores, permite que se separe a los niños del resto de su familia privando casi ilegítimamente de la identidad del niño, destruyéndole su infancia y obligando a que su formación psíquica quede truncada y mal formada.
El sistema judicial realiza incontadas maniobras sobre la base de la supuesta “protección de los menores” pero se olvidan que, en este proceso, se los priva del sano desarrollo de su identidad, la cual quedará irremediablemente defectuosa e imposible de reparar.
El sistema legal en su conjunto hace de nuestra parentalidad una disfunción crónica y nos somete a estar eternamente dentro de un proceso civil, a ser un “procesado civil por siempre”, fomentando la neo-tortura psíquica estatal.
No se puede perdonar ni tolerar la pérdida de la parentalidad o la quita de los hijos a manos del Estado. Nuestros hijos son demasiado importantes para nosotros como para permitir que sean abducidos por el Estado a través de los jueces de familia.
Por Héctor Alejandro Baima
Presidente